El graffiti y la sociedad
Parece ser que la mayoría de las personas se encuentran muy confundidas cuando se trata del graffiti. No se sabe si está bien o si está mal. A algunos ni les viene ni les va. Algunos quisieran que estos chavitos sin ocupación se dedicaran mejor a estudiar y a ser útiles para la sociedad, para enorgullecer a sus padres, etc. En fin, tenemos casos muy opuestos sobre el graffiti. ¿Quiénes lo llaman arte y quienes juran que es un crimen de lo peores?
Por una parte tenemos a Andrew Gillman, miembro del clan de graffiti DPM de Londres, que fue encarcelado por 2 años por admitir conspiración para causar daño a propiedades. Por otra parte, a menos de un kilómetro de ese lugar, tenemos a 6 artistas urbanos, reconocidos internacionalmente, pintando murales gigantes como primera exposición de arte urbano de un museo importante. La yuxtaposición de estos dos eventos raya en lo ridículo.
Simplemente no se pueden juntar a un grupo específico de personas que aman el arte urbano y los que lo odian. No es blanco ni es nergo. En general, las autoridades y personas con poder están en contra, junto con los ciudadanos que han tenido la desafortunada experiencia de tener un feo tag, graffiti, rayón, o el típico “te amo Lupita” firmado por “el brayan” con pintura de spray en su propiedad o comunidad. Las demás personas están a favor o les da lo mismo.
Es un “fenómeno altamente polarizante” según Akbar y Vallely (2008). Hay personas como la americana Elura Emerald que insiste en que "los artistas que pintan en la calle no hacen más que expresarse, no hacen daño a nadie" y no debe ser castigado ", sino apreciado y celebrado". En contraste, hay otros como el juez Christopher Hardy que describió las actividades del clan de DPM como "una gran campaña egoísta dedicada a dañar propiedades a escala industrial". Ziggy, una chavo de 25 años de edad y miembro de este mismo clan, fue a la cárcel por 18 meses por declararse culpable de un crimen sin drogas, violencia, terrorismo, prostitución o armas, sino por haber pintado en propiedad pública. No por favor, mejor que lo maten, no vaya a ser que pinte en casa de la abuela.
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